miércoles, 13 de diciembre de 2017

EL PIMPOLLAR-RUTA DE LOS MOLINOS Y VUELTA POR NAVALESPINO, EXCURSIÓN


LAS EXCURSIONES: Los molinos de agua, el rio y su entorno.

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EL PIMPOLLAR RUTA DE LOS MOLINOS Y VUELTA POR NAVALESPINO

 

Hoy os presento una ruta especial que por cierto la hice con mi hermano, pimpollero de pro, tanto, tanto, que vive allí.
Vamos a mezclar una ruta de rivera y otra de altos vuelos. Esta va a ser mi apuesta, pero si no queremos hacerlo tan duro podemos cortarla, modificarla y hacerla a nuestro gusto, ya os iré diciendo por dónde podéis volver sin problemas.
Comentaros que la ruta de Endomono no es la real, se me fue el GPS casi desde el principio, con lo que la hice a pelo en la aplicación.
Hay una ruta de los molinos del Cofio en la página de excursiones del Ayuntamiento de Santa María de la Alameda que explica perfectamente la existencia de los molinos y su historia, pero solamente datan seis molinos cuando hay ocho, también tenéis otras como en la página de turismo de Sierra Oeste. Por cierto, entre el 5º y el 8º he dejado uno sin nombrar, ¿seréis capaces de encontrarlo?; buscarlo y lo encontraréis:

§  RUTA DE LOS MOLINOS (AYUNTAMIENTO DE SANTA MARÍA) http://santamariadelaalameda.com/turismo/rutas-y-sendas/ruta-de-rio-cofio/

§  RUTA DE LOS MOLINOS TURISMO SIERRA OESTE:

EMPEZAMOS
Como el resto de nuestras excursiones emprenderemos la marcha en el pinar del Pimpollar.
Esta vez bajaremos en dirección a la plaza del Pimpo y bajamos hacia el río por la primera calle. Buscamos el mejor punto para poderlo cruzar, ya en busca del primero de los molinos. Cuidado con el río, en verano baja con poca agua, pero en invierno no se puede cruzar si no es por los puentes.
Ya al otro lado bajamos río abajo y subimos por la ladera hasta que encontramos la “regadera”, vamos el antiguo ramal que daba agua al molino. Lo seguimos hasta llegar al molino.

Este es el único de los molinos del cauce alto del Cofio que está en la Comunidad de Madrid, el resto ya están en Ávila.
Como veréis el estado de la construcción es pésimo pero todavía podemos observar la obra principal, la rampa de bajada de agua y parte de la estructura de aspas a las que atacaba el agua para mover las piedras y el desagüe de aguas al río.
Continuamos camino río arriba aprovechando la regadera que nos lleva casi a pendiente 0 hasta que nos encontramos otra vez al río. Llegamos al puente y seguimos el camino, ya estamos en el Km. 1. Vamos en busca del 2º molino. Si habéis optado por hacer la salida en invierno o primavera, no debéis cruzar el río, seguirlo por esta vertiente tanto para ir al molino, como la continuación hasta llegar al puente que, aguas arriba, lo cruza.
Los restos de éste prácticamente no se ven de lo destruidos que están. Los encontraremos siguiendo el camino, desde el puente, tras unos 400 m. pasamos un viejo prado y justo después, debajo de unas zarzas encontramos lo que queda de él. Tan solo los vestigios de la construcción, el desagüe y en la parte de arriba, casi en el camino podemos ver la regadera. Este molino desaguaba en nuestra muy utilizada y recordada poza del Risco, ¿a que no lo sabíais?
Tras otros 300-400 m. encontramos el tercer molino (del Prao Moral). La construcción, como casi todas, está derruida, pero se ve claramente la entrada de la regadera,  la rampa, el desagüe y los restos de las plantas de los edificios del molino.
Seguimos camino, cruzamos el puente Recondo, el arroyo de la Poveda (Km. 2) y a 200 m. vemos la obra en pié del 4º molino (la Fabriquilla). Sus restos están en mejor estado, pero el tiempo no pasa en balde y entre la falta de reformas y también, que los visitantes no solemos dejar piedra sobre piedra…, pues eso que quitando los muros de carga poco queda de la construcción. Con todo y con eso podemos observar perfectamente la estructura del molino, regadera, rampa salida de aguas y construcción general.
A unos 700 m. frente a la urbanización del Molino Nuevo nos encontramos el molino Nº 5 (molino Nuevo). Este es el que mejor estado tiene. La regadera y tramo hasta la rampa es espectacular con la solera con antiguas piedras de moler y es sin lugar a dudas el mejor de los molinos en cuanto a su estado en general. Se pueden ver incluso las piedras de moler en su sitio, se entrevén las aspas y su sistema de movimiento por el agua y la salida de aguas al río que volcaban en la poza del molino en la pedanía del Molino Bajero, a la cual bajábamos a darnos nuestros buenos baños, sobre todo cuando el río empezó a bajar contaminado y no podíamos bañarnos en nuestras queridas pozas.
Este molino lo conocí casi en todo su esplendor y con el edificio entero, eso sí, cuando era joven, pero disponía de techo y todo el sistema de molienda. Es una pena que se dejen deteriorar de esta manera, pero ya se sabe que si no rinde, no se repara.
Ya dejamos el camino y continuamos por el margen del río encontrándonos otro molino (la Palomilla), también los restos son del edificio principal, de la regadera, este no tiene rampa, es un pozo vertical que acaba en un ángulo muy pronunciado que es el que dirige el agua y le da velocidad, con la  salida al río.
Continuamos por el margen del río, hacemos el Km. 4 y 5. Este lo hacemos casi en la valla de un prado en el margen derecho. A partir de aquí el camino se fastidia, nos encontramos con una regadera de un prado y la seguimos hasta que ya es complicado continuar, subimos a un 
 
prado (siguiendo las huellas de las vacas, que son las que más saben) y cruzando alguna valla llegamos hasta el puente de las Navas ( Carretera AV-p-608 Las Navas-Peguerinos, Santa Mª de la Alameda), cruzamos el río por el puente viejo (puente Saluda) y desde allí vemos los restos del 8º y último molino. Poco queda de la construcción, la regadera, el pozo, pues este también es del tipo pozo, y la salida de agua al río. Ya poco nos puede contar este viejo amigo de los graves avatares que ocurrieron en sus alrededores allá en la guerra civil, cuando tantos unos como los otros hicieron cosas que es mejor dejarlas en nuestro recuerdo y sacarlas cuando necesitamos aprender de nuestros errores pasados.
Hacemos en este punto el Km. 6. Buen momento para hacer un alto en el camino, comer algo y rehidratarnos antes de continuar.
A partir de aquí y ya sabiendo lo que nos queda, tenemos que decidir, si subimos o bajamos…
Me explico: mi propuesta es subir a tomarnos una cervecita en el bar de Navalespino a medio camino de la vuelta al Pimpo, pero a quien no le interese…ya le indico el punto donde puede empezar la vuelta por un camino directo al punto de llegada.
Salimos de debajo del puente, cruzamos la carretera, subimos al prado y (sin molestar al ganado, por favor) vamos subiendo en diagonal hasta que llegamos a un camino. Éste es el camino que todo aquel que no quiera tomar una cervecita en Navalespino debe tomar para volver; fácil, solo hay que seguir el camino hasta el Pimpo. El resto: que me siga.

Como por este monte no hay caminos, no nos queda otra que ir subiendo campo a través hasta la cima. Me explico. Una vez que estamos en el camino de partida, lo que yo hice fue buscarme un punto de referencia en la parte más alta de la montaña (hay unas grandes piedras en la divisoria, justo al final del monte, excelentes para dirigirnos). Subimos por la ladera; consejo: sigue las pisadas de las vacas, saben más que nosotros y conocen el monte mucho mejor, os asombrará ver por dónde pasan, ya lo veréis.
Tras casi un kilómetro llegamos arriba, al primer arriba (¡¡¡¡). Tomaros un minuto para coger un poco de fuelle en los pulmones y disfrutar de las vistas, son espectaculares.
Si miramos en dirección Santa María-Navalespino (dirección Sur), vemos que hay una serie de antiguos prados y unas grandes rocas tras una vaguada. Volvemos a tomar las rocas como punto de referencia y seguimos subiendo (km. 7). Siguiendo las antiguas vallas, cruzamos la vaguada y seguimos subiendo hasta las rocas. De nuevo nos topamos con los restos de las líneas defensivas de la guerra civil. Las cruzamos y continuamos subiendo.
Nos encontraremos con una vieja valla y un camino apenas visible que va en nuestra dirección, lo seguimos, que nos llevará hasta Navalespino (km. 8).
El bar, cervecita y fonda. Unos minutos de descanso disfrutando de una buena charla con los propios del lugar y continuamos. Bajamos por las calles que dan a la derecha del pueblo, lo dejamos atrás bajando por una vaguada siguiendo las vallas de los prados. Llegamos a la fuente de las Peleas y su abrevadero de ganado (Km. 9). Cruzamos y seguimos por el camino que va en dirección al Pimpollar por la divisoria (km. 10).
Tras cruzar muchas líneas de trincheras y restos de la guerra llegamos a la última parte de la bajada (km. 11). Ya vemos el depósito del agua y la carretera de la Estación al Pimpo. Bajamos hacia el depósito, seguimos el camino y llegamos a la carretera. Cogemos la calle principal del Pimpo y tras 12 km. llegamos al punto de llegada.
Como habréis visto he querido mezclar valle y montaña. La subida desde el río a Navalespino es fuerte, más de 500. m. de desnivel con un porcentaje de subida interesante y por campo a través.
La ruta, en general, no es que sea difícil, pero si es necesario que estéis orientados en todo momento y si no conocéis la zona bien, sería importante (y os lo recomiendo) que hagáis previamente un pequeño estudio sobre el plano para saber qué os vais a encontrar. Este monte, especialmente hasta llegar al primer alto desde el río, es duro, tiene muchos bosquecillos de jaras que os dejarán molidos, cortados y arañados.
Necesitaréis buen calzado y ropa fuerte que os proteja de arañazos y no os engañéis con que solo son 12 kilómetros. Yo tardé 6 horas y aunque empleé mucho tiempo en hacer fotos y disfrutar de mis molinos y las vistas desde los altos, no dejaron de ser seis horas de camino; se tarda, es una ruta pesada y si la subida es fuerte, la bajada cuesta….
Os dejo el enlace en:
ENLACE PARA GOOGLE EARTH: Hacer doble click y abrir el archivo con google earth


Espero que hayáis disfrutado de esta salida. Nos deja recorridos fáciles, subidas y bajadas fuertes, bombeo del corazón a tope, vistas maravillosas y un contacto íntimo con la naturaleza que nos hará alejarnos de nuestras actividades diarias.